Promoción de la salud en la tercera edad

Fuente: Promoción de la salud dirigida a personas mayores

Aumento de la esperanza de vida

El aumento de la esperanza de vida en el siglo XX en los países desarrollados ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a vaticinar en su último informe (1998) que durante los próximos 25 años la población de 65 ó más años crecerá globalmente un 2.6 % anual, hasta alcanzar los 800 millones de ancianos frente a casi la mitad de ellos que se estima viven en la actualidad. Este incremento de la población anciana se puede considerar una de los signos más evidentes de la evolución y el progreso que hemos vivido a lo largo del siglo pasado en todos los ámbitos, no únicamente en el médico o sanitario, sino también y de manera especial en los aspectos sociales y económicos.

Para el año 2029 se espera que en nuestro país haya más de 11 millones de ancianos, de los que más de un tercio podrán superar los 80 años. A éstos se les denomina grandes ancianos. Se estima que la esperanza de vida para España en el año 2029 será de entre 84 y 88 años.

Podemos afirmar pues que en el siglo XXI la vida será más larga y más saludable para mucha más gente.

¿Qué entendemos por prevención y promoción de la salud?

La prevención y la promoción de la salud en los ancianos tiene la finalidad última de reducir las enfermedades, sus secuelas y las muertes prematuras, así como de preservar la función y la calidad de vida.

Entendemos por prevención primaria el conjunto de actividades o actuaciones dirigidas a impedir la aparición o disminuir la probabilidad de padecer una enfermedad determinada. Dentro de las actividades de prevención primaria se incluyen generalmente las de promoción de la salud, dirigidas a personas. Estas actividades de promoción de salud han demostrado en la mayoría de casos su capacidad para mejorar la calidad de vida de las personas o disminuir la aparición de enfermedades y muerte.

Programas de prevención de la salud en los ancianos

Centrándonos en los ancianos, si lo que verdaderamente pretendemos es prevenir la aparición de la enfermedad y la discapacidad, los esfuerzos preventivos deben comenzar precozmente en la vida. En las primeras etapas de la vida es cuando se inician muchas de las enfermedades que luego se harán crónicas y degenerativas, como la arteriosclerosis, el cáncer y otras, de forma que si mantenemos unos hábitos de vida saludables durante toda nuestra vida garantizamos una vejez sana.

Diferentes tipos de intervenciones preventivas en los ancianos pueden ser eficaces para reducir o retrasar la enfermedad y la discapacidad. Los programas de promoción de la salud para la población anciana tienen la capacidad potencial de mejorar la salud de este colectivo. La intervención psicosocial con los ancianos y cuidadores a través de actividades de educación para la salud grupales, la formación de grupos de ayuda mutua o la realización de actividades de voluntariado pueden tener grandes beneficios en la mejora de la calidad de vida de los mayores.

En 2006 se aprobó en España la Ley 39/2006 de Dependencia, que regula y fija los apoyos que las personas dependientes pueden obtener de la Administración.

Hace casi 15 años, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) puso en marcha un programa nacional de actividades preventivas y de promoción de la salud (PAPPS) destinado a toda la población.

Principales recomendaciones del PAPPS dirigidas a los ancianos

Tabaquismo

Es importante dejar de fumar ya que el consumo de cigarrillos constituye uno de los principales riesgos para la salud del individuo y es la principal causa de enfermedades prematuras y prevenibles.

El tabaquismo es el principal factor de riesgo en seis de las catorce causas de muerte en el anciano. Sabemos que dejar de fumar es beneficioso, aun en edades avanzadas.

En un año, el riesgo de morir de una enfermedad del corazón se reduce a la mitad y el riesgo de sufrir un accidente vascular cerebral (conocido popularmente como una trombosis en el cerebro), una enfermedad de los pulmones o un cáncer disminuye drásticamente. Por esta razón los médicos aconsejamos constantemente la eliminación del consumo de tabaco.

Consumo de alcohol

Afortunadamente el consumo de alcohol se reduce con la edad. Datos de 1995 indican que uno de cada tres ancianos consumía habitualmente alcohol.

Es conocida la asociación del consumo de alcohol con la aparición de diferentes enfermedades como la cirrosis del hígado, o determinados tipos de cáncer e incluso la fractura de cadera en los ancianos. Por estas razones, los médicos preguntan a los ancianos por sus hábitos de consumo de alcohol y aconsejan la reducción en casos de consumo excesivo y, en cualquier caso, el consumo moderado.

Actividad física

El hecho de llevar una vida sedentaria aumenta claramente con la edad, y la mayoría de ancianos son bastante sedentarios. Existen datos que demuestran el beneficio de realizar ejercicio físico con regularidad, con lo que disminuye el índice de mortalidad y se alarga la vida. Por estas razones, es aconsejable la práctica de algún tipo de ejercicio físico con los requisitos de duración, frecuencia e intensidad necesarios y adaptados, y el seguimiento posterior.

El ejercicio físico o deporte que se recomienda debe ser de tipo aeróbico, durar más de media hora (idealmente entre 40 y 60 minutos) con una frecuencia mínima de 3 veces no consecutivas por semana y con una intensidad capaz de mantener las pulsaciones del corazón a un nivel adecuado para la edad del anciano (existen fórmulas sencillas para su cálculo).

Los ancianos deberían idealmente realizar además 2-3 sesiones semanales de ejercicios de flexibilidad y fuerza/resistencia muscular para combatir los devastadores efectos del envejecimiento sobre el aparato locomotor, que les conduce a un mayor riesgo de caídas, incapacidad para el autocuidado y a la postración precoz.

Alimentación

Un problema común en el anciano lo constituyen los trastornos de la alimentación. Por lo tanto es importante promoverhábitos alimenticios saludables para prevenir las enfermedades, tanto por exceso (obesidad) como por defecto (malnutrición).

Una alimentación equilibrada y un correcto estado nutricional son necesarios para mantener un buen estado de salud a lo largo de toda la vida. La dieta desempeña un papel importante en muchas enfermedades como la hipertensión arterial o tensión alta, las enfermedades del corazón, ciertos tipos de cáncer, la obesidad, la diabetes o azúcar en la sangre, la osteoporosis o descalcificación de los huesos, etc.

Las enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos son una causa importante de enfermedad y muerte en los ancianos y se ha demostrado su relación, incluso en los más ancianos, con algunos estilos de vida y hábitos dietéticos. Los ancianos pueden tener requerimientos nutricionales especiales. Dependiendo de su estado nutricional, estado funcional, problemas médicos, dentición y régimen de tratamiento, puede ser importante modificar los niveles diarios recomendados de calorías, sal, calcio, agua, fibra dietética, proteínas y otros nutrientes para reducir el riesgo de complicaciones.

  • La malnutrición: es un problema frecuente en los ancianos y puede estar producida por factores como vivir solo, estar ingresado en una institución, problemas sociales o económicos, la pérdida de autonomía para las actividades de la vida diaria, los problemas con los dientes, la inmovilidad, los múltiples medicamentos que a menudo toman, la depresión, el alcoholismo, distintas enfermedades crónicas, etc. Su prevención a menudo pasa por la eliminación o abordaje de todos estos posibles factores desencadenantes, lo que puede requerir la intervención de un trabajador social.
  • La obesidad: se observa con menor frecuencia entre los ancianos y afecta más a las mujeres que a los hombres. Una vez establecida, generalmente en la etapa adulta, requiere un tratamiento que se fundamenta en la dieta, el ejercicio físico y el apoyo psicológico. Algunos expertos recomiendan detectar la obesidad en los ancianos de menor edad y la malnutrición en el grupo de los mayores de 75 años.

Vacunación

Para finalizar, una de las medidas preventivas que han demostrado ser más eficaces son los programas de inmunización (vacunas). Fundamentalmente nos referimos a la vacuna antigripal, ya que entre las personas que tienen alto riesgo de tener complicaciones relacionadas con la gripe están precisamente los mayores de 65 años.

Todos los paneles de expertos recomiendan la vacunación antigripal anual masiva en este grupo de personas como estrategia para reducir la incidencia de enfermedad y la mortalidad asociada a ésta

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